Espuma de queso curado de oveja
con gambas de la costa de Huelva y huevas de lumpo, carpaccio de atún a la menta, cazuelita de pulpo con cachelos,
albóndigas de choco y gambas con salsa de carabineros, pil-pil de bacalao con
gurumelos, carrilleras ibéricas con reducción de toro y mousse blanca suave. No
os inquietéis, no vamos a cocinar todo esto en la misma entrada. Esta apabullante
sucesión de platos era lo que ocultaba la escueta invitación que llegó a la
emisora para que su directora y su crítico gastronómico acudieran a la
presentación de la nueva carta del restaurante el Paraíso. Así que hoy, en
lugar de contaros lo que cocino, os contaré lo que comí desde la más absoluta
subjetividad.
El Paraíso es uno de los mejores
restaurantes de Huelva y alrededores. Su recetario se basa en la cocina tradicional onubense
elaborada con productos autóctonos de la mejor calidad, o sea, con una materia
prima al alcance de muy pocos profesionales y casi ningún particular. La gente
que ha comido allí alguna vez se deshace en alabanzas sobre la frescura y el
calibre de sus mariscos y sus pescados y la perfección de la técnica utilizada para
cocinarlos. También es muy común que aparezca en la conversación el magnífico
arroz de bogavante y las exquisitas carnes a la brasa. Pero Gonzalo, su dueño,
no quiere dormirse en los laureles y, aprovechando el inicio de la nueva
temporada, ha decidido añadir a la suculenta carta del restaurante ciertas
novedades. De esta manera, y sin renunciar al marcado carácter clásico de El
Paraíso, el conjunto se vuelve más contemporáneo. Ya, pero albóndigas de choco,
pulpo, carrilleras y bacalao… ¿no es lo mismo de siempre, lo que dan de comer
en cualquier bar onubense? Siendo reduccionista os podría decir que sí, pero
estaría faltando a la verdad al omitir todos los matices que sólo la cocina de
El Paraíso consigue transmitir a cada uno de estos platos tan típicos de
Huelva. Por eso, lo correcto sería decir que es lo mismo de siempre pero hecho
como nunca. Y ahí está lo mejor y lo peor de todo. Que cómo me vuelvo a comer
una albóndiga de choco, una rodaja de pulpo o un trozo de carrillera en
cualquier otro restaurante de Huelva sin acordarme, melancólico, del que me comí
en el restaurante sobre el que escribo hoy.
Espuma de queso curado de oveja
con gambas de la Costa de Huelva y huevas de lumpo.
Consistente pero muy ligera, la
espuma pesaba más en la nariz que en la boca. Las colas de gamba que se escondían
en el interior de la copa se integraban muy bien con el queso y las huevas. Estas últimas
dotaban al conjunto de un matiz cítrico y fresco y ayudaban a desengrasar la boca.
Carpaccio de atún de Usisa a la menta.
Un feliz hallazgo el de unir la
potencia del atún en crudo con los toques balsámicos de la menta que, además de
perfumar el aceite, lo aligeraba considerablemente.
En cuanto a vinos, la bodega de El Paraíso cuenta
con 300 referencias, por lo que es una de las más afamadas del lugar. Además,
está en un lugar perfecto para el curioseo. Y los que me conocéis sabéis que
siempre me encanta detenerme unos minutos en vuestras estanterías para
investigar los discos y los libros (las pelis menos, la verdad) que habéis
acumulado durante años. Pues con el vino soy igual.
El restaurante eligió para
acompañar los entrantes a Édalo, un vino blanco joven del Condado que se comportó de
maravilla gracias a su frescura, a su justa acidez, a sus recuerdos a manzana verde y a una ligerísima nota salada que me pude inventar
perfectamente dada nuestra cercanía al mar. El tinto: un Ramón Bilbao reserva,
presentado en una monstruosa botella de quince litros que, decantado no sin
esfuerzo, ofrecía lo que conviene esperar de un buen Rioja guardado
convenientemente. Seguimos.
Cazuelita de pulpo con cachelos.
Las rodajas de pulpo tenían un
buen tamaño y el cefalópodo estaba sabroso y muy tierno. Los trozos de la fenomenal patata gallega habían cogido todo el sabor de la salsa y el
conjunto quedaba contundente.
Albóndigas de choco y gambas en
salsa de carabineros.
Tremendas. Ligeras. Finas.
Alejadas del sabor hiriente del ajo y del perejil con que se suelen adobar en
la mayoría de bares y restaurantes. Una delicia que adquiere rotundidad con la
salsa de carabineros que, desgraciadamente, se apodera del plato por momentos.
Pil-pil de bacalao con gurumelos
de la Sierra de Huelva.
El taco de bacalao tenía un
perfecto punto de sal y de cocción. El aroma a brasa y mar inundaba el plato.
El pil-pil estaba montado a conciencia y carecía de mordida, con lo que el
resultado final ganaba por diferente. Los gurumelos, para mi gusto, estaban
demasiado picados y cocinados en exceso.
Guiso de carrilleras ibéricas con
reducción de toro.
Viaje astral a la Sierra. La
carrillera estaba tierna y melosa pero con una textura muy agradable para los
más carniceros. El puré de patatas con la reducción, untuoso y exquisito.
Mousse blanca suave.
Una agradable sorpresa, la
verdad, porque no parecía el postre más digestivo tras tamaña comilona.
Cremosa, dulce pero no empalagosa, con textura un poco áspera en la lengua,
llena de chocolate blanco y aroma avainillado y acompañada por unas perfumadas
y bonitas fresas.
Como se deduce de las
descripciones de los platos presentados, la impresión general es muy buena. La
degustación discurrió de una manera muy agradable mientras el dueño de El
Paraíso, Gonzalo, comentaba las particularidades de cada plato y nos hacía saber
la intención de ir adaptándose a los tiempos sin descuidar en absoluto el nivel
de calidad al que tiene acostumbrado a su clientela. En este sentido, las
nuevas incorporaciones convivirán con algunas de las recetas clásicas que han
hecho grande a este restaurante, completando así una oferta basada en una excelente
relación calidad-precio.
Para comprobarlo en persona: Restaurante El Paraíso, carretera Huelva-El Portil-El Rompido s/n. 21100. Punta Umbría (Huelva).