jueves, 11 de abril de 2013

Restaurante El Paraíso


Espuma de queso curado de oveja con gambas de la costa de Huelva y huevas de lumpo, carpaccio de atún a la menta, cazuelita de pulpo con cachelos, albóndigas de choco y gambas con salsa de carabineros, pil-pil de bacalao con gurumelos, carrilleras ibéricas con reducción de toro y mousse blanca suave. No os inquietéis, no vamos a cocinar todo esto en la misma entrada. Esta apabullante sucesión de platos era lo que ocultaba la escueta invitación que llegó a la emisora para que su directora y su crítico gastronómico acudieran a la presentación de la nueva carta del restaurante el Paraíso. Así que hoy, en lugar de contaros lo que cocino, os contaré lo que comí desde la más absoluta subjetividad.
El Paraíso es uno de los mejores restaurantes de Huelva y alrededores. Su recetario se basa en la cocina tradicional onubense elaborada con productos autóctonos de la mejor calidad, o sea, con una materia prima al alcance de muy pocos profesionales y casi ningún particular. La gente que ha comido allí alguna vez se deshace en alabanzas sobre la frescura y el calibre de sus mariscos y sus pescados y la perfección de la técnica utilizada para cocinarlos. También es muy común que aparezca en la conversación el magnífico arroz de bogavante y las exquisitas carnes a la brasa. Pero Gonzalo, su dueño, no quiere dormirse en los laureles y, aprovechando el inicio de la nueva temporada, ha decidido añadir a la suculenta carta del restaurante ciertas novedades. De esta manera, y sin renunciar al marcado carácter clásico de El Paraíso, el conjunto se vuelve más contemporáneo. Ya, pero albóndigas de choco, pulpo, carrilleras y bacalao… ¿no es lo mismo de siempre, lo que dan de comer en cualquier bar onubense? Siendo reduccionista os podría decir que sí, pero estaría faltando a la verdad al omitir todos los matices que sólo la cocina de El Paraíso consigue transmitir a cada uno de estos platos tan típicos de Huelva. Por eso, lo correcto sería decir que es lo mismo de siempre pero hecho como nunca. Y ahí está lo mejor y lo peor de todo. Que cómo me vuelvo a comer una albóndiga de choco, una rodaja de pulpo o un trozo de carrillera en cualquier otro restaurante de Huelva sin acordarme, melancólico, del que me comí en el restaurante sobre el que escribo hoy.
 
Espuma de queso curado de oveja con gambas de la Costa de Huelva y huevas de lumpo.



 
Consistente pero muy ligera, la espuma pesaba más en la nariz que en la boca. Las colas de gamba que se escondían en el interior de la copa se integraban muy bien con el queso y las huevas. Estas últimas dotaban al conjunto de un matiz cítrico y fresco y ayudaban a desengrasar la boca.
 
Carpaccio de atún de Usisa a la menta.
 
Un feliz hallazgo el de unir la potencia del atún en crudo con los toques balsámicos de la menta que, además de perfumar el aceite, lo aligeraba considerablemente.
 
En cuanto a vinos, la bodega de El Paraíso cuenta con 300 referencias, por lo que es una de las más afamadas del lugar. Además, está en un lugar perfecto para el curioseo. Y los que me conocéis sabéis que siempre me encanta detenerme unos minutos en vuestras estanterías para investigar los discos y los libros (las pelis menos, la verdad) que habéis acumulado durante años. Pues con el vino soy igual.
El restaurante eligió para acompañar los entrantes a Édalo, un vino blanco joven del Condado que se comportó de maravilla gracias a su frescura, a su justa acidez, a sus recuerdos a manzana verde y a una ligerísima nota salada que me pude inventar perfectamente dada nuestra cercanía al mar. El tinto: un Ramón Bilbao reserva, presentado en una monstruosa botella de quince litros que, decantado no sin esfuerzo, ofrecía lo que conviene esperar de un buen Rioja guardado convenientemente. Seguimos.
 
Cazuelita de pulpo con cachelos.
 
Las rodajas de pulpo tenían un buen tamaño y el cefalópodo estaba sabroso y muy tierno. Los trozos de la fenomenal patata gallega habían cogido todo el sabor de la salsa y el conjunto quedaba contundente.
 
Albóndigas de choco y gambas en salsa de carabineros.
 
Tremendas. Ligeras. Finas. Alejadas del sabor hiriente del ajo y del perejil con que se suelen adobar en la mayoría de bares y restaurantes. Una delicia que adquiere rotundidad con la salsa de carabineros que, desgraciadamente, se apodera del plato por momentos.
 
Pil-pil de bacalao con gurumelos de la Sierra de Huelva.
 
El taco de bacalao tenía un perfecto punto de sal y de cocción. El aroma a brasa y mar inundaba el plato. El pil-pil estaba montado a conciencia y carecía de mordida, con lo que el resultado final ganaba por diferente. Los gurumelos, para mi gusto, estaban demasiado picados y cocinados en exceso.
 
Guiso de carrilleras ibéricas con reducción de toro.
 
Viaje astral a la Sierra. La carrillera estaba tierna y melosa pero con una textura muy agradable para los más carniceros. El puré de patatas con la reducción, untuoso y exquisito.
 
Mousse blanca suave.
 
Una agradable sorpresa, la verdad, porque no parecía el postre más digestivo tras tamaña comilona. Cremosa, dulce pero no empalagosa, con textura un poco áspera en la lengua, llena de chocolate blanco y aroma avainillado y acompañada por unas perfumadas y bonitas fresas.
 
Como se deduce de las descripciones de los platos presentados, la impresión general es muy buena. La degustación discurrió de una manera muy agradable mientras el dueño de El Paraíso, Gonzalo, comentaba las particularidades de cada plato y nos hacía saber la intención de ir adaptándose a los tiempos sin descuidar en absoluto el nivel de calidad al que tiene acostumbrado a su clientela. En este sentido, las nuevas incorporaciones convivirán con algunas de las recetas clásicas que han hecho grande a este restaurante, completando así una oferta basada en una excelente relación calidad-precio.
Para comprobarlo en persona: Restaurante El Paraíso, carretera Huelva-El Portil-El Rompido s/n. 21100. Punta Umbría (Huelva).

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