domingo, 12 de mayo de 2013

Ensalada alemana


O casi, ya sabes. Una cosa es segura: si utilizas auténticas salchichas alemanas (bratwurst de Turingia) y pepinillos agridulces de los gordos, fabricados más allá del Rin, la ensalada te quedará mucho mejor. Esta es la prueba de que comer una  ensalada no significa pasar hambre. Aguanta muy bien en la nevera y soporta de maravilla los viajes a la facultad, a las barbacoas y a las casas de nuestros amigos.

Hierve cascos de patata nueva pelada en agua hirviendo, con laurel y semillas de cilantro. Sácalos cuando estén a tu gusto y resérvalos. Deja que se enfríen. Puedes sumergirlos en agua fría y escurrirlos bien. Corta cuatro salchichas cocidas en trozos que puedas meterte en la boca con facilidad y haz lo mismo con los pepinillos y una manzana de la variedad Granny Smith. Puedes añadir también apio y cebolla tierna, yo no suelo hacerlo pero reconozco que no queda mal. Cuando la patata esté fría, júntalo todo en un bol bien grande y mételo en la nevera cubierto con papel film.
 
Ahora la salsa. Hay gente que se arregla con una vinagreta especiada con eneldo, cilantro molido y pimientas variadas. No está mal, pero yo te propongo que utilices mayonesa rebajada con yogur natural desnatado sin azúcar. Añade a este mejunje algo de sal, pimienta molida, una cucharada de mostaza a la antigua, eneldo, perejil o la hierba aromática que más te guste y un chorrito de vinagre de manzana y obtendrás una salsa fabulosa. Llena bien el tupper, apaláncate en un banquito a la sombra, hazte con una Warsteiner de medio litro bien fresquita, sube a la Creedence en tu mp3 y deja que la vida fluya tan ricamente.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario