martes, 29 de enero de 2013

Sopa de remolacha


Si sois ucranianos es muy posible que os dé un ataque cuando leáis la siguiente receta. Así que, por lo menos, tendremos la delicadeza de no llamarla borscht. La remolacha es un ingrediente fundamental para la confección de sopas calientes y frías en Europa central y del este. Desde Alemania hasta los Urales cada casa tiene una manera de hacer sopas, purés o cremas con esta raíz de vivo color y sabor dulce. Podemos encontrarla todo el año en el mercado, bien cruda (estamos en temporada) o bien cocida, entera y lista para su consumo dentro de unos sobres de plástico. Lo digo para que no la confundáis con esa que va cortada a tiras en tarros de cristal. Tal y como la vamos a hacer supone una alternativa divertida, fácil y diferente para los que estéis un poco cansados de la socorrida crema de calabaza o de esa otra que hacéis con calabacines caros, insípidos y fuera de temporada.

En mi casa se hacía así:

En una olla a presión se fríe panceta ahumada cortada en pequeñas tiras con la ayuda de un poco de aceite de oliva y se retira cuando esté a nuestro gusto. En ese fondo se sofríe una cebolla picada fina y dos zanahorias gordas, peladas y cortadas en rodajas. Cuando el sofrito está listo añadimos una patata pelada y cascada y medio kilo de remolacha cocida con su jugo. Mejor que la partáis en trozos antes. Cuidadito con este paso porque mancha una barbaridad. Y siempre te salpica, siempre. Removemos y añadimos un litro de agua o de caldo ligero de pollo o de caldo de verduras o de agua con pastilla. Cerramos la olla y cocemos quince minutos a presión alta. Si no disponemos de este artefacto vigilaremos de vez en cuando el grado de cocción de las verduras pinchando con un tenedor. Tiene que estar todo bien blandito para triturarlo mejor cuando acabemos de cocer las verduras y la olla se haya enfriado. Rectificamos de sal (no os paséis porque la remolacha es dulce y así debe quedar) y cuando lo tengamos pasado por la túrmix bien fino y cremoso, añadimos pimienta y lo servimos caliente con la panceta que hemos reservado y un poco de nata agria.

Si la hacéis un lunes y la guardáis en la nevera dentro de un tupper os garantizáis algo caliente, rico y original que echaros a la tripa a lo largo de la semana. Y decir eso a estas alturas del invierno no es moco de pavo. Y si queréis prescindir del beicon o bacón (ambas en el DRAE) y de la nata no os preocupéis porque también queda muy rica.

Sobre la nata agria: es difícil encontrarla pero podéis hacer algo parecido. Total, puestos a falsear el borscht… En un bol ponemos un buen chorro de nata líquida y la cortamos con un par de cucharadas de limón exprimido y una pizquita de sal. Removemos y dejamos reposar un minuto antes de decorar nuestra sopa. ¿¡Qué dices, que tienes cebollino fresco!? Ahora sí que lo vas a bordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario